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El cocinado de los alimentos ha permitido a los seres humanos consumir alimentos que de otro modo jamás podríamos haber ingerido. El calor mejora la digestibilidad de ciertos componentes y ayuda a liberar otros tantos responsables del color, sabor y aroma, lo que se conoce como propiedades organolépticas de los alimentos.

Alimentos como el huevo, pescado o carne cruda son un caldo de cultivo ideal para los microorganismos patógenos, aquellos con la capacidad de causar enfermedades. Pero no debemos temer, ya que el calor destruye la mayor parte de estos patógenos, permitiendo que podamos consumir alimentos de forma segura y sin riesgos para nuestra salud.

Sin embargo, el empleo del calor en el cocinado no siempre tiene asociados efectos positivos. En el otro extremo de la balanza, encontramos que la cocción excesiva de algunos alimentos podría estar relacionada con el desarrollo de ciertos tipos de enfermedades como el cáncer.

 

Este artículo forma parte de mi colaboración semanal para la asociación Helping Cáncer. Puedes leerlo de forma completa haciendo clic en este enlace.

 

 

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Gracias por leerme.

Mario.

 

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