¿Crees que no pasa nada por comer un alimento caducado? Entonces te recomiendo que permanezcas atento al contenido de hoy. Te va a interesar, ya que podría salvarte de una buena intoxicación alimentaria. Te cuento cuál es la diferencia entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente.
Qué es la fecha de caducidad
La fecha de caducidad es el período a partir del cual no debemos consumir un alimento, ya que existe un riesgo real de intoxicación alimentaria. Esto es debido a que a partir del período indicado por el fabricante el alimento deja de ser seguro: es probable que haya desarrollado microorganismos patógenos.
Alimentos con fecha de caducidad
Esto es debido a la propia naturaleza de los alimentos: carne, pescado, vegetales troceados y otros alimentos perecederos o que duran muy poco tiempo en la nevera. Otros ejemplos son alimentos mínimamente procesados como humus, guacamole, salmorejo, gazpacho y otros productos saludables del estilo que podemos encontrar en el supermercado.
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Qué es la fecha de consumo preferente
Por otro lado, la fecha de consumo preferente es aquella marcada por el fabricante a partir de la cual no hay riesgo de intoxicación alimentaria (siempre y cuando hayamos conservado bien el alimento, y sin abrir, claro está). A diferencia de la fecha de caducidad, los alimentos que han vencido la fecha de consumo preferente pueden consumirse sin problemas, solo que percibiremos ciertos cambios organolépticos poco deseables en el alimento: alteración del sabor, aroma, textura o color. Esto va acompañado de ciertas reacciones de degradación típicas del alimento como la oxidación o enranciamiento de las grasas y el pardeamiento enzimático.
Alimentos con fecha de consumo preferente
Algunos ejemplos de alimentos que cuentan con fecha de consumo preferente son los cereales, legumbres, frutos secos, y otros alimentos que poseen una baja actividad de agua y por tanto son bastante resistentes al desarrollo de microorganismos. La actividad de agua es la cantidad de agua que un alimento tiene disponible para el crecimiento de los microorganismos. Cuando congelamos un alimento, por ejemplo, el agua disponible se reduce drásticamente ya que pasamos de estado sólido a líquido. De esta forma, hablamos de productos que tienen una larga vida útil.
Esta larga vida útil también puede venir otorgada por ciertos procesos tecnológicos como la pasteurización, altas presiones o la aplicación de atmósferas protectoras en el interior de los envases. Un ejemplo muy visual es la leche UHT en tetrabrik que todos conocemos. La leche es un alimento muy perecedero que dura muy poquitos días pero que cuando se procesa alcanza una vida útil de varias semanas sin problemas. Eso sí, una vez abierto el envase conviene ser precavidos y hacer caso a la vida útil secundaria: esa indicación que nos dice “una ver abierto consumir antes de X días”. Si hacemos caso omiso a esta indicación entonces de poco nos servirá que el alimento haya sido tratado previamente, ya que la inocuidad del envase se habrá perdido por completo al desenroscar el tapón.