Esta semana ha sido muy dura para mí. Tuve problemas graves en casa con un inquilino inesperado. Alguien que no aceptaba su hora de partir y que se aferraba con fuerza a la vida útil en el frigorífico.
Pero ya basta. Hoy por fin me he plantado frente a él y lo he echado de casa. Estaba más duro que una despedida en el aeropuerto. Adiós, maldito roscón.