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La industria anchoera se siente tremendamente consternada debido al boicot injustificado que han sufrido las principales marcas de este sector alimentario durante la última semana debido al reciente altercado acontecido en territorio YouTube, donde un joven decidió faltar al respeto de forma gratuita, por la cara, a un viandante en horas de servicio llamándolo “caraanchoa“, y precisamente, a través de este medio, recibió una respuesta en forma de sopapo épico. No es mi intención valorar hoy aquí la moralidad de este acto, puesto que me trae sin cuidado, ya que como profesional de la alimentación lo que realmente me preocupa es el futuro del sector de la conserva y salazón. Las anchoas no tienen la culpa de lo que te pasa por ser gilipollas. Esto podría ser perfectamente el título más apropiado para la biografía best-seller del archiconocido YouTuber abofeteado.

La Confederación Acuícola de la Conserva y Anchoa (CACA) ha llevado a cabo un amplio estudio de mercado que arroja datos devastadores acerca del impacto del fatídico evento anchoil. En la última semana la venta de anchoas se ha reducido en un 60% en las principales superficies comerciales y grandes supermercados. Abrumadores resultados que denotan el efecto social y el rechazo que ha provocado este vídeo hacia el mercado del suculento manjar marino.

Debido a todo ello me veo en la obligación de aclarar un par de conceptos, ya que este alimento se merece un grandísimo homenaje en pos de limpiar su buena reputación. Hoy saldré en este artículo en defensa de la anchoa como objeto de veneración, un alimento consumido por ricos y pobres con una enorme tradición que ya se elaboraba en el antiguo Imperio Romano. Lo llamaré “Homenaje a una vida de anchoa”.

anchovies-241943_1920¿Qué diferencia hay entre una anchoa y un boquerón?

Una pregunta que tortura la mente de muchos desde hace generaciones. La respuesta es shimples, la diferencia es nula, ya que el boquerón y la anchoa son básicamente la misma especie (Engraulis Encrasicholus). La auténtica dicotomía reside en la preparación, transformación y conservación del alimento. El boquerón se suele consumir a la plancha, formando parte de diversas preparaciones culinarias, o también se puede freír dando lugar al famoso “pescaíto frito”, por ejemplo, muy popular por tierras andaluzas.
Además puede tratarse como un producto enlatado cuando sus lomos se limpian y filetean adecuadamente para ser conservados en vinagre, manteniendo un estado más fresco y una apariencia de color blanquecina (véase la anterior fotografía).

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¿Cómo se elabora la anchoa?

El proceso desde el cuál la materia prima con la que se elabora la anchoa llega a nuestras bocas es bastante complejo y laborioso, nada digno de ser denostado por esta infernal disputa. Las anchoas son sometidas a un largo proceso de elaboración, que comienza con una limpieza y evisceración del pescado a conciencia, seguido de diversos lavados con salmuera, agua con una alta concentración de sal disuelta, y varios salados posteriores los cuáles acaban confiriendo al producto sus características organolépticas típicas. Este proceso es seguido de una maduración larga de unos 6 meses. Pasado ese tiempo se lleva a cabo el fileteado de la pieza  y se introduce en un recipiente con aceite de oliva normalmente como líquido de gobierno. Et voilá ya tienes tu anchoa, esa que en cuestión de pocos minutos ha perdido su prestigio por ser nombrada parcialmente en un insulto barato.

El mundo de la conserva está de luto, miles de empresarios están sufriendo los efectos de esta brecha en la industria del salazón. Montones y montones de personas se han amotinado en las principales ciudades del país para protestar en contra de esta falta de respeto al nombre de la anchoa. El hecho no ha quedado aislado al panorama nacional, sino que ha llegado incluso hasta el lejano condado de Cornualles, dónde su alcalde cacique ha declarado en los medios de comunicación que llevará a cabo medidas urgentes para apoyar a España en el resurgimiento de la industria conservera cediendo algunos de sus botes pesqueros y navíos de primer nivel para apoyar a nuestro país.

La asociación Greenpeace no ha tardado en tomar cartas en el asunto y el pasado jueves puso en marcha su protocolo de emergencia para limpiar el buen nombre de la anchoa. Cientos de afiliados a la asociación verde llevaron a cabo unas jornadas de convivencia para llevar al alza el nombre de la especie en una de las playas locales de Santoña, la cumbre cántabra de la ideología anchoística. A pesar de la buena fe del acto algunos de sus más fervientes miembros han confundido el propósito de esta bonita acción y han acabado encadenándose al monumento de Carrero Blanco al grito de “salvad el Ártico”.

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Quiero que os quede claro que “Caraanchoa” no es sólo un apelativo gracioso y socarrón, sino que ofende a los amantes de esta especie pescadil como habéis podido comprobar.

Esto ha sido todo por hoy amigos de lo alimentario, si no nos vemos más hasta 2017, Feliz Navidad y todas esas cosas que se desean en estas fechas, muchas bajo una fachada de falsedad y cenas familiares, pero esta de la forma más sincera posible, ¡sed felices comiendo anchoas!

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