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Si creías que el bote de Aquarius te iba a hacer correr más en la cinta del gimnasio te equivocas, estás siendo engañado una vez más por el marketing y la publicidad de las bebidas para deportistas.


No eres superman, colega

Vivimos en un entorno difícil, donde nos dan gato por liebre a cada segundo que respiramos. Dentro del deporte, estas situaciones aumentan notablemente debido a la continua búsqueda de la excelencia y la mejora del rendimiento deportivo.

Pero no nos engañemos, nuestro cuerpo tiene un límite y por más mejunges que le metas no vas a convertirte en un superhéroe. Esto es válido tanto para los adictos a la proteína en polvo, como para lo que se piensan que por beberse un Powerade van a ser los amos del universo.

Cierto es que existen algunos alimentos o hábitos concretos que pueden mejorar potencialmente el rendimiento deportivo, véase los distintos estudios del café, el plátano pre-entreno o la práctica del ayuno en situaciones muy concretas. Pero esto no es una ley matemática, y mucho menos funciona de la misma forma en cada organismo. No hay que tomar estas cosas al pie de la letra ni volverse loco, sino estaremos cometiendo un grave error.



Por más bebidas para deportistas que tomes…

Actualmente existen en el mercado un amplio abanico de bebidas energéticas que están enmarcadas bajo el sobrenombre de “bebidas para deportistas”. Debido a un continuo bombardeo publicitario y una alarmante falta de información hacia el consumidor se han instaurado en nuestra consciencia como productos saludables y que incluso nos hacen mejorar el rendimiento deportivo.

Esto es un auténtico error, ya que este tipo de bebidas no son para nada saludables. Sin ir más lejos, el contenido exclusivo de azúcar en una lata o botella de unos 330 mL (la unidad de consumo habitual) ya roza, e incluso a veces sobrepasa el límite diario de ingesta establecida por la OMS de 25 gramos de azúcar para un adulto promedio, que no es una “recomendación”, es decir que no hay que llegar a ese nivel, sino que cuanto menos se tome mucho mejor para nuestra salud.

Llevo años viendo de cerca como los padres atiborran sin ningún control a sus hijos con estos brebajes azulados, pensando que los ayudan a la recuperación después de un partido, o simplemente por hacer que el niño en cuestión no de por saco y se quede un rato calladito. Probablemente tu hijo se convertirá en un Avatar antes de que suceda otra cosa.

Esto es un completo error, y no por el consumo ocasional que se pueda dar de uno de estos productos, sino por la falta de información que existe entre la población potenciada principalmente por la publicidad engañosa y la ausencia de rigor sanitario y científico.

¿Cuál es la conclusión sobre las bebidas para deportistas?

Lee, lee y sigue leyendo. No te fíes ni de tu padre, crea tu propio criterio en base a lo que investigues por tu cuenta, pero eso sí, asegúrate de que la evidencia científica sea tu timón. Cuanto menos leas este blog mejor para tu integridad intelectual, pero existen otros muchos grandes profesionales que divulgan información científica de una calidad buenísima. En la parte inferior del blog tienes algunas recomendaciones.

Mira más las etiquetas de los productos, que mirar es gratis, pero sobre todo aprende a interpretarlas correctamente. Esto es un hábito que cada vez se está instaurando más en nuestra cultura, a pesar de que algunos reacios a la lectura nos llamen frikis, u otros simplemente locos soñadores.



Esto tiene que ir un paso más allá, de hecho los envases inteligentes ya son una realidad. Podrían utilizarse no solo para indicar si el producto se encuentra apto para el consumo mediante una escala de colores, sino para evaluar su calidad nutritiva en base a la cantidad de ciertos compuestos y la presencia (o no) de muchos otros.

Una sociedad en la cual la información nutricional sea de fácil acceso y legibilidad debería ser una prioridad, y de hecho no está tan lejos. Podrás pensar que es sencillo leer una etiqueta, pero si no tienes estudios en alimentación a veces se vuelve una completa odisea entender toda la marabunta de palabrejas que puebla el etiquetado de tu pan de molde. Aún así, debemos leer el etiquetado de los alimentos, sino corremos el riesgo de sumirnos en la desinformación.


Este artículo ha sido algo diferente y más corto, lo sé. Pronto volveremos con nuevos artículos a este santo blog, como siempre con la evidencia científica debajo de La Manga del Mar Menor. ¡Hasta pronto!

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